05/11/2025 Artículo
Obra fotográfica: habitar una imagen
Una obra fotográfica no es solo algo que se mira. Es algo que se habita.
Un espacio silencioso donde la imagen empieza a formar parte de la vida cotidiana.
Las imágenes conviven con quienes las eligen. Se integran a un espacio, a una rutina, a una historia personal que ya estaba en marcha. Están allí mientras pasan los días, mientras cambia la luz, mientras algo —casi imperceptible— también cambia en quien las observa.
Con el tiempo, la obra se transforma. O se transforma la mirada.
Lo que al principio fue una intuición, una emoción o una pregunta, se vuelve compañía. La imagen deja de ser un objeto para convertirse en presencia.
Por eso pensamos nuestras obras como piezas abiertas. No buscan imponer un mensaje único ni cerrar un sentido definitivo. Acompañan. Escuchan. Dialogan con el lugar que las recibe: con la luz que entra por la ventana, con el silencio de una habitación, con los gestos cotidianos que ocurren alrededor.
Cada obra se adapta al ritmo del espacio que habita. Se deja atravesar por el tiempo. Vive.
Cuando una obra de Libres encuentra su lugar, deja de pertenecernos.
Empieza una nueva historia.
Una historia construida entre la imagen y quien decide vivir con ella.
